Por: Ingrid Carolina Velandia. 901.
La drogadicción es una trampa mortal que convierte al consumidor, en consumido. Familiares, amigos y vecinos, vemos impotentes, cómo nuestros seres queridos se enredan en esta telaraña sin salida.
Las personas que consumen drogas, lo hacen por evadir sentimientos, problemas o para llamar la atención de sus padres. Pero cuando el efecto de la droga pasa, los problemas siguen vivos y se multiplican en la medida en que el consumidor, comienza una dependencia irracional. El consumo de droga, sea la que sea, daña el cuerpo, genera rechazo social y transforma personas sanas en delincuentes capaces de robar y herir a su propia familia, para alimentar su insaciable vicio.
Los efectos en el consumidor, son siempre destructores, pero varían según el tipo de droga: La heroína produce una ráfaga de excitación que procede de la dormidera del opio, puede provocar coágulos en la sangre, abscesos y a veces, gangrena. La cocaína pone el cuerpo en estado de alerta, reduce el hambre y la sed, su efecto dura hasta 20 minutos después de cada toma, causa daños irreparables en la nariz, daña el corazón y los pulmones. La marihuana causa daño en los pulmones y genera adicción y alteraciones emocionales. Beber alcohol, fumar tabaco e inhalar pegamento, son acciones que atentan gravemente contra el cuerpo, aceleran el ritmo del corazón, generan violencia, destruyen familias y en ocasiones, llevan al infarto.
Un pretexto que lleva a los jóvenes a consumir droga, es que por un breve espacio de tiempo, les permite ser unos grandes deportistas. Mientras la adicción los consume y acaba con su vida. Los seres humanos tenemos la capacidad hacer grandes cosas, sin la ayuda de drogas, somos seres únicos capaces de alcanzar aquello que nos proponemos.
Cuando un joven consume drogas no es sólo su culpa, también es la culpa de sus padres por no prestarles atención, no tenerles confianza, por dejarlos demasiado tiempo solos. A veces, los jóvenes no les contamos a los padres los problemas que tenemos por miedo a que no nos entiendan. La tristeza, la soledad y la desesperación obligan a buscar solución a los problemas y cuando les ofrecen drogas, acuden a ellas pensando que la vida mejorará, pero cuando pasa el efecto, se dan cuenta que no es así y de que se abre un abismo de adicción sobre los problemas.
Conocemos las consecuencias, hemos visto caer a muchos, podemos decir NO a las drogas, depende de nosotros. Podemos prevenir de diferentes formas, desde el entorno familiar: teniendo un ambiente amoroso, comunicación permanente en la casa, leer y conocer acerca de las drogas y sus consecuencias, tener nuestros proyectos de vida y lo más importante, tener compañía de los padres. No siempre tenemos esta suerte, pero debemos ser capaces de negarnos a atentar contra nuestra salud, contra nuestra dignidad y contra nuestra inteligencia. La prevención de drogas depende de nosotros mismos, diciendo NO, al momento que nos ofrezcan drogas, debemos afrontar los problemas, la droga no es la solución, no echemos a la basura nuestros proyectos de vida, ellos son rutas de visión al futuro.
Hay mucho por vivir. La droga mata planes y proyectos, nos quita la libertad y nos esclaviza. La libertad que se nos ha otorgado, debe conducirnos a la luz y el camino de los vicios, como podemos sufrirlo con nuestros amigos o familiares adictos, nos hunde en la oscuridad de la delincuencia, de la soledad y de la degradación.